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Atabal: Al igual que sucede con otros instrumentos, el atabal, llegó a la Península Ibérica a través de la cultura árabe, alrededor del s. XIII. Se trata de un instrumento de percusión, membranófono, con un solo parche extendido sobre una caja de resonancia semiesférica habitualmente hecha de metal; estas características hacen que sea considerado el antecesor de los timbales. Utilizado en actos militares y heráldicos, lo más frecuente es que se tocase en pareja y portado a lomos de un caballo, uno a cada lado de la silla de montar, junto con tambores y trompetas.

Atambor: Bajo el término tambor se agrupan todos aquellos membranófonos que poseen un cuerpo cilíndrico y dos parches, golpeados con baquetas o palillos, tensados mediante un sistema de correas cruzadas. Si el tamaño es muy desarrollado hablamos de bombo; si es más reducido, de caja o tamboril, usándose el término genérico para los casos en los que el tamaño es medio. Igual que sucede en otras ocasiones, una técnica constructiva tan elemental y unas posibilidades musicales tan reducidas hacen innecesario cualquier tipo de evolución estructural, permaneciendo inalterable hasta nuestros días. En cuanto a su función musical, las propias fuentes vierten luz sobre dicha cuestión: su uso fue habitual en todo tipo de actividades militares y heráldicas donde acompañaba a los atabales, trompetas y cuernos.


Campana: Agrupadas bajo la misma denominación, en realidad debemos marcar diferencias entre campanas y campanillas: las primeras son grandes, acompañan al hombre en casi todas las civilizaciones y culturas, y tienen una sonoridad densa y penetrante debido a su material (metal fundido) y tamaño. Su función era la de dar avisos: a rebato, a concejo, a misa, a difunto, o a cualquier evento militar. Sin embargo las campanillas, junto con las esquilas e, incluso, los cascabeles, suelen recibir en la Edad Media una denominación ono-matopéyica (tintinnabulum) que alude a su sonido más claro y menos potente; las campanillas son usadas en contextos religiosos para ahuyentar los malos espíritus: así se hacía hasta hace poco tiempo durante la Misa (consagración), el traslado del viático, procesiones, etc. En territorio hispano, desde la época del Gótico, las campanas suelen tener forma de tulipa, con badajo interno, y partes diferenciadas (panza, melena, bóveda y corona).

Organo: Si queremos hablar del origen del órgano debemos remontarnos a la Grecia helenística: tradicionalmente su construcción se ha atribuido a Ctesibio de Alejandría (s. iii a. C.) quien logró que la presión del aire fuese más o menos constante gracias a una columna de agua, de donde proviene su denominación primitiva, hydraulis. Ya en la Alta Edad Media nació el órgano propiamente dicho (órgano pneumático) con un sistema de fuelles que originaba un soplo más o menos continuo, el 'secreto' o distribuidor de aire, el teclado y la tubería o conjunto de tubos; según su tamaño y posibilidades musicales podíamos hablar del portativo (podía llevarse colgado del cuello), el positivo (mayor que el anterior aunque no fijo) y el órgano grande o de iglesia.

Pandero: El pandero es un membranófono formado, simplemente, por una parche de piel tensado sobre un bastidor circular sin chapas metálicas (de ser así se trataría de la pandereta); esta disposición tan elemental permanece invariable hasta nuestros días con el único cambio del material del parche que, hoy, puede ser sintético. Una variante del anterior es el pandero cuadrado, también conocido como adufe (ár.: duff), frecuente en todo el norte peninsular donde aún sigue siendo utilizado para el acompañamiento de melodías y danzas populares; éste posee dos membranas y, en ocasiones, puede tener bordones interiores y orificios en el marco por donde soplar para tensar las membranas y modificar el sonido El pandero fue conocido y utilizado en todas las civilizaciones antiguas, a juzgar por sus numerosas representaciones iconográficas, donde era utilizado básicamente por danzarinas.

Tamborete: El uso de este apelativo sirve, sin duda, para hablar del tamboril que no es más que un tambor de pequeñas dimensiones, con bordones en su parche inferior; habitualmente es usado acompañando a una flauta siendo tocados ambos instrumentos por el mismo músico tal y como sucede en la actualidad en Cataluña (flaviol y tamboril), País Vasco (txistu y tamboril), Castilla y León (flauta maragata y tamboril), etc.

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